Griegos Micénicos

«LA CONQUISTA DE ALEJANDRO MAGNO» de Steven Pressfield

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No soy muy dada a los libros que llevan la etiqueta de -best seller-pero tratando el tema que trata, me apetecía leer una novela, y no una biografía, sobre Alejandro.

Es un tema que me apasiona. Tanto como el de los micénicos, pero el tiempo escasea.

El libro me enganchó desde el principio:

-Siempre he sido un soldado. No he conocido otra vida. He seguido la llamada de las armas desde la infancia. Nunca he buscado otra.-

Prometía. Era la imagen que yo tenía de Alejandro, la de un guerrero ante todo. Y cumplió. El libro no es apto para los que no gusten de los detalles de las batallas: las formaciones de cada ejército, los soldados que ocupan cada lugar, el terreno, las estrategias de ataque y defensa… No escatima tinta en ello.

La narración me pareció también muy atrayente. El propio Alejandro narra los hechos principales, las estrategias, y da consejo a Itanes (hermano de Roxana, mujer de Alejandro) que se supone le escucha cada noche.

Está dividido en 9 libros, y estos en capítulos más cortos. Yo al principio no entendía tal división, y menos los títulos de los libros, como -la voluntad de luchar-, -deprecio por la muerte-, -la paciencia- etc. No entendía qué aportaba esa división. Hasta que vi el título original del libro, en inglés -The Virtues of War- (-Las virtudes de la guerra- cambiado al castellano como -La conquista de Alejandro- por alguna razón que desconozco y que deslegitima el título de los libros y capítulos, que pierden toda función de enseñanza y se relegan a una mera función de ordenamiento) . Cada libro se supone que explica una virtud en base a ciertos hechos contados por el propio Alejandro, que alecciona a Itanes.

Por supuesto (y ya lo advierte el autor al comienzo) no es un libro de historia, así que faltan muchas cosas (muchísimas, creo yo) y otras están cambiadas o están inventadas.
Por ello no me voy a meter en diferenciar el contenido con lo que nos dice la historia -real-, sería una pérdida de tiempo. Creo que es lo que ha ocurrido con -El código…- que se le ha juzgado como libro de historia cuando no lo era. Ya hablé de ello en su día.

Me compré el libro poco confiada, pensando que no tendría medida: o bien divinizaría a Alejandro, el mito inalcanzable y modelo de valor a echar de menos, o intentaría sacar su lado mortal afirmando que conquistó el mundo entre borrachera y borrachera de chiripa. Como si eso fuera posible. Pero no.

– (…)Hoy me he visto obligado a ejecutar a cinco de sus oficiales (de los descontentos), macedonios de pura cepa todos ellos y cuyas familias me son muy queridas, por su tardanza en cumplir una orden. Detesto hacerlo, no sólo por la barbaridad de la medida, sino por la escasez de imaginación que demuestro. ¿Debo mandar ahora por el terror y la coacción? (…)-

Parece una descripción de Alejandro más o menos comedida, aunque para mi gusto hace un uso excesivo del daimon de Alejandro. Se puede opinar si está bien o mal todo lo que hizo, pero parece dar a entender que su daimon le obligó a hacerlo. Todas las atrocidades que llevó a cabo para conquistar lo conquistado no lo hizo por ninguna obligación, no lo justifica ese alter ego incontrolable, creo yo.

-El daimon no es un ser al que se pueda apelar -afirmo-. Es una fuerza de la naturaleza. Decir que no es humano es sólo una verdad a medias. Es inhumano. Haces un pacto con él. Te regala la omnisciencia. Pero te alías con el torbellino y te sientas en el lomo del tigre-.

Tampoco porque pensara que su fin sería dominar el mundo, como un -dios-. Probablemente ni él mismo se creía un dios, como apuntan otros. Sus divinizaciones fueron totalmente a corde con su política de pacificación de los lugares conquistados para poder seguir adelante sin preocupaciones. Tenía que hacerse temer. Podría ser muchas cosas, pero tonto no.

-Profundiza, amigo mío. Busca el daimon. ¿Creo en los augurios y en las señales? Creo en lo invisible, en lo no manifiesto, en lo que todavía no es. Los grandes comandantes no adaptan sus medidas a lo que es, van a lo que podría ser.-

Alejandro siguió el plan de su padre. Él quiso unir su tierra a los altivos griegos que habían menospreciado a los compatriotas macedonios durante mucho tiempo, y continuó queriendo unir a los persas, también orgullosos enemigos de Grecia, llevándose también por delante lo que había en medio. Cuando lo consiguió todo, deseó llegar a la costa del fin del mundo, pasando por la India. Ahí sus tropas ya no pudieron más y le obligaron a dar la vuelta.

Independientemente de que el libro sea una novela, me consta que el autor ha indagado mucho sobre Alejandro. Aun sin ser un experto, podría haber entrado en temas como el de porqué no dejó descendencia antes, en su relación con Hefestión o haberse metido un poco más en los intereses de sus generales una vez murió. Sí, puro cotilleo, lo sé. Pero una novela es un buen sitio para especular sobre esas cosas.

De todas maneras, recomiendo esta novela. Es muy interesante, engancha rápido y en mi opinión no aburre. Da muchos detalles de campañas y soldados, de su vida cotidiana y ayuda así a que imaginemos los hechos con mucha claridad. Además, aporta un mapa muy útil y una presentación de los personajes más mencionados para los que tenemos mala cabeza.

El autor tiene una página web interesante sobre él y sus libros. Escribió un artículo en el que compara la irrupción de las tropas americanas en tierras de Afganistán e Irak con la de Alejandro, aunque partiendo del hecho de que en época de Alejandro no había materias primas que interesaran ni existía la religión musulmana, ni siquiera la democracia como la conocemos hoy, creo que no aporta nada y que se lo podía haber ahorrado.
Ahí se puede leer el primer capítulo de este libro (ahí llamado The virtues of war) en inglés.
Tengo entendido que este no es su mejor libro. Los más comentados son -Puertas de fuego- y -Vientos de guerra-. Quedan apuntados en mi agenda.

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