«No es suficiente enseñar a los hombres una especialidad. Con ello se convierten en algo así como máquinas utilizables pero no en individuos válidos. Para ser un individuo válido el hombre debe sentir intensamente aquello a lo que puede aspirar (…). En caso contrario se parece más a un perro bien amaestrado que a un ente armónicamente desarollado. Debe aprender a comprender las motivaciones, ilusiones y penas de las gentes para adquirir una actitud recta respecto a los individuos y a la sociedad.
Estas cosas tan preciosas las logra el contacto personal entre la generación joven y los que enseñan, y no- al menos en lo fundamental- los libros de texto. Esto es lo que representa la cultura ante todo. (…).
Para que exista una educación válida es necesario que ese desarrolle el pensamiento crítico e independiente de los jóvenes, un desarrollo puesto en peligro continuo por el exceso de materias (sistema puntual). Este exceso conduce necesariamente a la superficialidad y a la falta de cultura verdadera. La enseñanza debe ser tal que pueda recibirse como el mejor regalo y no como una amarga obligación.»
No hace falta que presente a Einstein. Normalmente se habla de sus logros en el campo de la física, pero es indudable que a esta actividad intelectual también debía sumarse una política, moral y social.
Habría que recuperar a los verdaderos sabios y sus consejos para poder impulsar la educación y la humanidad de los nuevos.
Bibliografía:
«Mi visión del mundo» Albert Einstein, Fábula Tusquets Editores 9ª ed., Barcelona, 2009.
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